La valentía, tenacidad y conciencia social de los estudiantes han sido una pieza clave en las protestas que iniciaron en abril del 2018. La quema de la Reserva Biológica Indio Maíz despertó al pueblo de Nicaragua, en especial a estos chavalos que demandaban al Gobierno de Daniel Ortega intervención urgente. El hashtag #SOSIndioMaíz denunció la inacción de las autoridades.
Las protestas por el incendio de la Reserva quisieron ser neutralizadas por el partido de Gobierno. La Policía Nacional actuaba en conjunto con la Juventud Sandinista, para intimidar a los universitarios. A pesar de los golpes e insultos, los estudiantes no se detuvieron. Con consignas, pancartas y marchas siguieron denunciando la ineficiencia del régimen en responder a un desastre ecológico terrible.
El descontento por el incendio se mezcló, días después, con la imposición de las reformas a la Seguridad Social. Aquel 18 de abril los estudiantes universitarios salieron a la calle en apoyo a los adultos mayores, quienes eran severamente afectados por las reformas. Los ataques no se hicieron esperar. Una vez más, la Policía Nacional y Juventud Sandinista actuaban en conjunto para reprimir manifestantes. Ese día, Camino de Oriente, fue testigo de cómo opera el régimen y sus aliados. El odio en sus rostros era evidente. Golpeaban sin importar si eran estudiantes, adultos, periodistas, fotógrafos, defensores de derechos humanos o ancianos.
Muchos jóvenes destacaron en estas marchas. Jóvenes valientes de todo el país salieron a las calles a protestar. A muchos les costó la muerte, la cárcel o el exilio. A pesar de todo, ese estallido juvenil dio inicio a una revolución social que hasta hoy sigue en pie.
Los estudiantes universitarios que aún viven en Nicaragua siguen retando al poder. Piquetes, protestas, movimientos en redes sociales se han mantenido firmes denunciando las atrocidades del régimen en diferentes foros internacionales.
«¡Eran estudiantes, no eran delincuentes!», gritaron en diversas manifestaciones.